abril 20, 2019
Hemos visto en los últimos meses cómo emprendedores chilenos empezaron a llenar los diarios y los sueños de triunfo de toda la industria del capital de riesgo, tras las inversiones fuertes en start up como NotCo o la adquisición de Cornershop. Pareciera que este es el momento del emprendimiento chileno. Sin embargo, aún nos queda mucho camino por recorrer para tener un ecosistema preparado para el emprendimiento de alto impacto y la innovación realmente disruptiva en nuestro país.
Podemos ver casos de éxito en la formación de ecosistemas de la innovación en diferentes regiones del mundo para aprender de su historia y aciertos, como el caso de Silicon Valley o de Israel. Entre otros ingredientes, el trabajo y el estímulo conjunto del gobierno, privados y universidades fueron centrales para que en los primeros años, pese a lo difícil que es crear un modelo rentable y sustentable de actividades de alto riesgo de retorno financiero, como es la innovación tecnológica, se llegara a un momentum donde el sistema ya es sustentable y puede evolucionar solo. Aunque, definir ese punto es algo difícil, pues, como fruto de esta simbiosis, el sistema se acostumbra a estar nutrido por incentivos, los que en forma natural van evolucionando y llegando a impactos nunca esperados originalmente.
Por su parte, el rol del gobierno mancomunado con el ecosistema nunca cesa. Y no debemos confundirlo con un adicto que necesita de subsidios, como una droga, sino que necesita de políticas de diferentes naturalezas, las que cobraran sentido al evolucionar y madurar estas instituciones del ecosistema.
De hecho, hoy estamos debatiendo mucho sobre si la Corfo debe o no suspender ciertos subsidios y apoyos a las incubadoras o si la forma en que están los incentivos para los que están en el venture capital son suficientes o si faltaría modificarlos para que haya más inversión en etapas tardías. En efecto, discusiones muy necesarias para validar la etapa en la que estamos y ver cómo iremos evolucionando.
Para liderar y generar espacios no políticos para esta discusión es importante el rol de la universidad, donde se pueda generar innovación científica tecnológica, una que permita a los emprendedores realmente crear tecnologías tipo breakthrough en diferentes industrias.
Además, las universidades tienen un rol formativo propio para generar estos emprendedores y para formar a potentes lideres a los que delegamos el salto cuántico de nuestra economía al desarrollo en el futuro. De hecho, países en vías de desarrollo como el nuestro, pueden así saltar ciertas etapas de adopción tecnológicas y dirigirse de una sola vez a la cresta de la ola del momento.
En este juego, la Universidad Católica está tomando el mismo rol en Chile, como lo hizo en su momento Stanford en Silicon Valley o el Technioin en Israel. La universidad ha impulsado la creación de nuevas patentes y ha levantado a emprendedores de alto impacto, a través de la potente área de investigación y desarrollo de sus facultades, en el Centro de Innovación UC, en las aulas del MBA, del Magister de Innovación, y en todo su ecosistema interno.
En efecto, la UC está tomando en serio este liderazgo. Y como muestra de ello, se ha organizado quizás uno de los eventos más importantes del ecosistema nacional: el Festival de Innovación y Futuro de la UC. Los días 4 y 5 de julio nos encontraremos en el Centro de Extensión UC, en el edificio Patio Alameda y en el Centro de Innovación UC.
Será un encuentro con todos los agentes relevantes del ecosistema, y un espacio para que podamos dar un puntapié inicial para la consolidación de un ecosistema chileno, preparado para la innovación disruptiva y más integrado a los otros grandes hubs del mundo.
*Max Grekin, académico del MBA UC y Magíster en Innovación UC, realizó esta columna para la sección Transformación Digital del Diario Financiero.