junio 15, 2017
[:es]Todos estamos conscientes de que el mundo cambió. Hoy nos guste o no el planeta se globalizó, las fronteras se hicieron más permeables, la inmigración es un fenómeno mundial y las empresas locales y multinacionales incorporaron personas de distintas culturas en sus respectivos equipos de trabajo. Ellos tienen que interactuar, negociar y trabajar con eficiencia y armonía.
Las personas y líderes con mayor inteligencia intercultural logran comunicarse mejor, llegar a acuerdos, superar las diferencias y enriquecer el repertorio de conductas y soluciones a problemas en entornos cada vez más complejos.
La inteligencia no es algo estático, sino que se desarrolla a través de la estimulación y del aprendizaje continuo, de la experiencia y de los permanentes desafíos que exige la sociedad contemporánea. Hay que poner en práctica nuevas y diversas formas de adaptarse, pensar, hacer y resolver.
El desarrollo de la inteligencia intercultural se inicia con el conocimiento y la comprensión de valores, creencias, mitos, costumbres y la “forma de hacer las cosas” de una cultura determinada. Sin embargo, esto se torna insuficiente si las personas no incorporan en su aprendizaje, la valoración por lo diferente y la motivación por conocer y validar otras culturas. Esto último parece obvio y trivial. Pero sabemos que incorporar solamente información y conocimiento no nos asegura un verdadero aprendizaje. Conocer y tener información respecto de cómo se pilotea un avión no significa saber volar.
La inteligencia intercultural es la capacidad de interactuar con eficacia y de forma fluida en diferentes contextos o desafíos interculturales, donde el coaching intercultural se hace cargo de desarrollar estas capacidades a nivel individual y grupal.
La inteligencia intercultural requiere un cambio de “segundo nivel”, un cambio transformacional “de adentro hacia fuera”. Un aprendizaje emocional, racional y actitudinal que nos saque del “egocentrismo” que nos hace actuar sin otros referentes más que el propio y que nos permita reconocer y enfrentar los miedos concientes e inconcientes que nos llevan a juzgar automáticamente lo diferente, como algo peligroso y amenazante.
Cuando participé en Irlanda de un seminario sobre neurociencia e inclusión tuve la experiencia de manejar por la izquierda como se usa en esa cultura europea. Debo admitir que mi aproximación fue oscilante ya que primero sentí pánico y luego decidí aventurarme en ese nuevo desafío. Me subí al auto con mucha cautela como si fuera una niña que empieza a dar los primeros pasos.
La conciencia de incompetencia me llevó a estar muy alerta y a darme cuenta de lo que seguramente estaba ocurriendo en mi cerebro. Algunos circuitos neuronales que generalmente usaba al conducir por la derecha estaban en reposo, mientras otros se activaron generando nuevas conexiones neuronales.
El desafío no sólo era aprender una habilidad nueva, sino también desaprender antiguos hábitos teniendo especial cuidado en no volver a los patrones conocidos. Fue una experiencia más exigente de lo que había pensado. Sin embargo, me asombró la plasticidad del cerebro y su capacidad de reestructurarse continuamente al constatar que al tercer día ya estaba manejando con fluidez y mayor relajo.
Para avanzar con relativa eficiencia, sin cometer errores que podrían haber tenido un costo alto, fue fundamental estar todo el tiempo consciente de mi condición de aprendiz, seguir algunos consejos de personas que ya habían hecho el aprendizaje de manejar por la izquierda y cuidar no caer en los hábitos automáticos del manejo por la derecha, hasta instalar el aprendizaje nuevo.
Igualmente, importante fue mantener una actitud emocional abierta a no juzgar la cultura escocesa, validar las reglas del juego, participar de ellas y tomar el desafío en mis manos, así como, aceptar con humildad y compasión mis errores y falta de destreza. También logré sobreponerme emocionalmente a la irritación de los automovilistas por mi lentitud, quienes no empatizaban con mi condición de aprendiz.
Algo parecido ocurre cuando necesitamos aprender a interactuar de una manera efectiva con personas de otra cultura. Necesitamos aprender y desaprender creencias, estereotipos, juicios y sentimientos que constituyen barreras para relacionarnos con apertura y flexibilidad. Los patrones y sesgos aprendidos actúan de forma automática. Por lo tanto, incorporar nuevas formas de aproximarnos a lo multicultural requerirá mucha autoconciencia, adquirir nuevas herramientas y desafiar los pensamientos y sentimientos automáticos que tenemos frente a una cultura u otra.
Entrenamiento y cambio transformacional.
Coaching intercultural es el proceso de aprendizaje que ocurre cuando nos enfrentamos a la necesidad de aprender a comunicarnos, entendernos y relacionarnos de una manera armónica con el objetivo de llegar a acuerdos y entendimiento entre personas de distintas culturas. Este proceso implica conocimiento, transformación y adaptación de todas las personas que interactúan en un grupo o equipo multicultural, incorporando habilidades genéricas como la apertura, flexibilidad, capacidad de escucha entre otras, así como habilidades específicas como “el manejo del tiempo”, el concepto de autoridad, etc.
El interés, la motivación y la curiosidad por aprender de otra cultura es el punto de partida de un entrenamiento intercultural, sin embargo, podemos abordar este desafío desde una mirada sólo transaccional e instrumental o desde un genuino interés por conectar y conocer al otro.
Los hábitos simples, tales como manejar por la derecha, lavarnos los dientes o comer cabritas en el cine, terminan convirtiéndose en patrones inconscientes que ejecutamos sin evaluación ni juicio crítico. Nuestro comportamiento se torna automático y el cerebro actúa de manera rápida y eficiente como si fuera la única forma de hacer las cosas. De la misma manera, aprendemos patrones de comportamiento social para integrarnos y para defendernos. Estas conductas nos ayudan a adaptarnos a los grupos familiares, amigos, colegio y grupos de referencias.
Los últimos estudios en neurociencia han revelado que el cerebro inconsciente opera de una manera preferente buscando lo que es familiar y conocido. Evita lo que es poco familiar o incómodo.
Si hemos vivido en un mundo muy homogéneo, donde todas las conductas, valores y estructuras de pensamiento son muy parecidas, el cerebro se acomoda y no hace esfuerzo por comprender otras formas de hacer y de ser. Por otro lado, si aprendemos que lo diferente es peligroso nuestro cerebro defensivo se pondrá alerta cada vez que nos encontremos frente a seres humanos diferentes y nuestro comportamiento estará comandado por las emociones del miedo, la desconfianza y la sospecha.
Cuando activamos los centros cerebrales del miedo, lo que intentaremos hacer para aliviar este sentimiento será buscar seguridad, control, afirmar nuestras certezas y neutralizar al otro a través del poder. Todo esto entra en tensión con las competencias que necesitamos desplegar para actuar con inteligencia intercultural.
Lo primero que necesitamos explorar, durante el proceso de coaching, son los miedos, los prejuicios, los estereotipos y los sesgos inconscientes producto de la historia de cada persona. Se es inteligente cuando nos abrimos a escuchar sin juicios a priori dejando supuestos de lado y experimentando la curiosidad por indagar y conocer al otro. También actuamos con mayor inteligencia cuando cuestionamos nuestros propios supuestos incorporando la diferencia como una fuente de riqueza y crecimiento que amplia nuestra forma de ver el mundo y no como una fuente de conflicto y amenaza. Por otra parte, explorar, profundizar y compartir las similitudes abrirá un espacio emocional cualitativamente distinto que permitirá el encuentro con el otro y con sus diferencias de una manera apreciativa y no defensiva. La verdadera inteligencia intercultural requiere un esfuerzo conciente y adaptativo que desafía la tendencia natural del cerebro a alejarse de lo desconocido (Shannon Murphy 2017)
“The Neuroscience of Inclusion: New Skills for new Times”
El acompañamiento y el aprendizaje a través de una relación de coaching permitirá que el coachee (aprendiz) pueda enfrentar, en un contexto protegido y de confianza, todas las dificultades y barreras que experimenta para lograr un entendimiento con personas de otras culturas.
Así mismo, el coach le mostrará los patrones de comportamiento que no están siendo efectivos para avanzar en el logro de interacciones más adaptativas y efectivas en entornos multiculturales. Por último, las personas a través de una conversación de coaching podrán reconocer cuáles son sus límites y lo que están dispuestas a negociar con la finalidad de establecer ciertas reglas de juego que les permitan interactuar de una manera más armónica.
Shannon Murphy, autora del libro “The Neuroscience of Inclusion: New Skills for new Times”, describe una serie de competencias fundamentales para desarrollar la inteligencia intercultural.
De acuerdo a sus planteamientos a través del desarrollo de estas competencias las personas lograremos tener una mayor autoconciencia para actuar de una manera menos ansiosa y defensiva, deteniendo los sentimientos negativos y activando las conexiones necesarias para entrar en el círculo virtuoso de la confianza, el compromiso y la motivación para afectarnos positivamente a otros.
**Maria Luisa Silva Lafourcade, psicóloga clínica, coach y socia de Be Human, escribió la columna “Coaching Intercultural: El desafío de innovar en las organizaciones multiculturales”, a días del comienzo del curso «Management Intercultural: Desarrollo de habilidades directivas en entornos multiculturales», organizado por el Centro de Desarrollo Directivo UC.[:]