septiembre 5, 2016
[:es]Rodrigo Jordán conversó acerca de su última expedición al Everest que realizó en mayo de este año. Rodrigo es Ingeniero Civil Industrial y docente del MBA UC a cargo del curso fundamentos de liderazgo y del taller Amazing Race. En 1994, el montañista chileno creó la empresa Vertical S.A., y la Fundación Vertical, la cual realiza programas de educación y capacitación en liderazgo, habilidades sociales y desarrollo organizacional a instituciones, empresas y sectores sociales marginados.
¿Cuántas veces has subido al Everest?
A la cumbre he subido tres veces. Esta última expedición fue la tercera, pero he ido un total de 6 veces. La primera expedición que realizamos fue en 1986, pero no subimos porque lamentablemente falleció Víctor Hugo Trujillo, alumno de Geografía de la Universidad Católica. Y producto de esa muerte a causa de una avalancha abandonamos esa expedición.
En mayo de 2016, después de 30 años volvimos a realizar este viaje por la ruta norte del Tíbet para encontrarnos con el cuerpo de Víctor Hugo. Sabía perfectamente donde lo habíamos dejado. Estaba en un lugar bien protegido debajo de unas paredes de roca. Lo encontramos y logramos despedirlo. Lo sepultamos con una emotiva ceremonia y una placa que nos entregó su familia.
¿Cómo fue la experiencia de la expedición?
Bueno, esta última expedición fue especialmente significativa porque volvíamos al Everest por esta ruta. Las ascensiones que realizamos después de 1986 fueron por distintas rutas, todas por Nepal, pero en esta oportunidad, 30 años después, volvíamos para terminar lo que habíamos empezado. Todo el viaje tuvo un significado muy especial.
Además en esta última expedición vimos un cambio muy importante que ha sufrido el Tíbet en todo este tiempo. Es impresionante el desarrollo y toda la influencia China. Me acuerdo que la primera vez que fuimos a Lhasa había 1 hotel pequeño. Ahora había un montón de hoteles y centros comerciales, y la carretera estaba pavimentada hasta prácticamente el campamento base del Everest. Ha habido mucho desarrollo, pero se puede ver que la cultura tibetana y budista sigue intacta.
Para comenzar el ascenso, uno llega al campamento base en jeep a 5.400 metros de altura por el norte. La parte positiva es que es fácil de llegar. Puedes llegar con dos camiones y armar un campamento base magnífico. La parte negativa es que no tienes la oportunidad de adaptarte a la altitud. Cuando uno va por Nepal (que es la otra ruta) la ascensión parte mucho más abajo, como a 3.000 metros. En la caminata te vas adaptando y el cuerpo se va aclimatando a la escasez de oxígeno.
Por el Tíbet es más violento y hay que tener mucho cuidado para permitir que tu cuerpo se adapte. Cuando uno llega al campamento base se queda ahí por varios días, realizando caminatas por los alrededores a la espera de que el cuerpo se aclimate.
Una vez adaptados, hay que entrar definitivamente al cerro hasta el campamento base avanzado, a 6.300 metros de altitud. Son 20 kilómetros a pie para llegar a ese campamento en donde subes 900 metros en dos días. Desde ese campamento avanzado comienza la ascensión propiamente tal. El primer paso es equipar los 3 campamentos en altura, proceso que tarda aproximadamente un mes. Después de ubicar el último campamento a 8.300 metros de altitud, comienza la espera del buen tiempo para subir al Everest.
Este año no hubo una clara ventana de buen tiempo. Se necesita buen tiempo para que las temperaturas no sean tan bajas. Las Temperaturas normales buenas van entre los 5 y 10 grados bajo cero. Nosotros teníamos entre 30 y 40 grados bajo cero por lo que hacía mucho frío.
Otro punto importante es el viento. El viento disminuye la sensación térmica lo que hace que las condiciones sean aún peores. Hay que tratar de que haya las mejores condiciones posibles.
Finalmente logramos llegar a la cumbre el 23 de mayo y el 24 se cerró la temporada. Fue el último día.
¿Y Cuánto tiempo duró en total la expedición?
Lo que pasa es que hicimos una cosa que no se hace muy a menudo, y es que fuimos primero a Nepal. El proyecto de realizar esta expedición era recuperar la cultura sherpa y en específico el aprendizaje del valor que le da esta cultura a la tercera edad. El principal auspiciador de esta expedición era Nicolás Ibáñez, miembro de la fundación “Oportunidad Mayor”. Esta fundación promueve el valor de tercera edad y lo que pueden aportar al crecimiento de la sociedad (que de alguna forma tenemos olvidada). En ese sentido, este viaje tenía la necesidad de reconocer como lo hacen los sherpas. Este pueblo valora mucho al adulto mayor quien está integrado en la cotidianeidad de esa cultura. Para reconocer todo esto, estuvimos en Nepal casi 3 semanas, lo que nos ayudó al proceso de aclimatación. Después de eso fuimos al Tíbet. En total la expedición duró un poquito más de dos meses.
¿Cuántas personas conformaban el equipo?
Nosotros éramos 10 chilenos. Ya nos conocíamos con el grupo porque habíamos hecho varias ascensiones anteriormente, incluso al Himalaya. El más joven y desconocido era Juan Pablo Alcalde, ex alumno de MBA UC que se venía integrando al grupo hace aproximadamente un año. Uno nunca realiza una expedición de este tipo con una persona que no conoce. La integras al equipo con mucha anticipación y en el momento en que realizas la expedición ya es un grupo de gente conocida.
El equipo estaba conformado por chilenos y sherpas. En total éramos 17. Los sherpas son de allá, pero conformábamos un solo equipo. No solo escalamos, si no que compartimos culturalmente. Volviendo al tema de Víctor Hugo, ellos nos acompañaron cuando lo enterramos y nos ayudaron porque entienden el valor de los caídos. Estábamos totalmente integrados como uno.
¿Cómo fue la preparación previa? ¿Hace cuánto decidieron realizar este viaje?
Todos los que íbamos somos montañistas bastante profesionales, es decir, de mucha trayectoria. De hecho, con Nicolás hemos hecho otras expediciones antes. Necesitas tener conocimiento para poder subir el Everest. Lo que hicimos fue entrenar juntos porque el resto tenía un nivel más avanzado y buena condición física. Estuvimos trabajando aproximadamente 6 meses antes de salir a la expedición escalando cerros en Santiago. Era difícil coincidir con los horarios para coordinar una preparación física con los demás, por lo que cada uno entrenó por su cuenta. Yo prefiero hacer bicicleta, otros prefieren correr, entonces cada uno entrena como más le acomode.
¿Cuál fue la mayor dificultad de este desafío y en qué punto del trayecto te encontrabas?
Yo creo que la mayor dificultad fue el día de la cumbre por las bajas temperaturas. Por un momento no sabíamos si seguir porque hacía mucho frío. Un equipo se tuvo que devolver precisamente por las bajas temperaturas porque el riesgo de congelación era muy alto. Los otros seguimos a la cumbre y finalmente llegamos 4 chilenos y 3 sherpas.
¿Qué sentiste al momento de llegar a la cima? ¿Era la primera vez que llegabas a la parte más alta?
Era la tercera vez que llegábamos a la cima. La verdad es que esto es medio contra climático porque uno cuando llega a la cumbre no tiene mucho tiempo de sentir nada porque tiene que salir de ahí. Recién te encuentras en la mitad del viaje y no puedes dar rienda suelta a tus emociones porque hay que estar atento. Te permites sacar un par de fotos con los auspiciadores, con la bandera chilena y debes salir inmediatamente de ahí porque las condiciones son realmente hostiles. Estuvimos 20 minutos en la cumbre. Siempre la gente me pregunta eso, lo que hace que esto parezca aún más inútil porque llegas y tienes que volver. El triunfo uno lo siente después cuando vuelve, cuando uno ya está en el campamento base, 3 o 4 días después.
¿Cuál fue la mayor enseñanza que tuviste en este viaje?
Yo creo que lo que se reafirma y es lo que comparto con mucho de los alumnos a través del MBA, es que estos grandes logros se hacen en equipo. No es que yo haya aprendido algo nuevo, más bien es corroborar un valor que se instaló hace muchos años en las cosas que hacemos nosotros. Es difícil imaginar algo importante que logren las personas como individuos por si solos. Y eso que suena tan obvio parece que la gente se olvida. Las carreras son cada vez más individuales y se buscan éxitos y logros personales, sin embargo, el trabajo en equipo es clave y en esta expedición reafirmamos una vez más que el éxito se debe al trabajo en equipo.
Para mí fue muy significativo lo de Víctor Hugo. Este viaje tenía un objetivo muy especial y finalmente lo encontramos y lo pudimos enterrar. Cumplimos con ese reto que teníamos pendiente y una vez que bajamos de la cumbre, lo pasamos a ver a su tumba y pudimos finalmente decirle después de 30 años: “Hemos terminado la pega”.[:]