septiembre 14, 2016
[:es]Juan Pablo Alcalde es graduado del MBA, y fue uno los expedicionarios que subió el Everest en mayo de este año. El empresario hizo cordada con Rodrigo Jordán y alcanzó la cumbre más alta del mundo donde dejó clavada una bandera de Grupo Altura, su naciente negocio inmobiliario formado por dos socios egresados de la Universidad Católica.
Entrevista a Juan Pablo Alcalde.
1.- ¿En qué consistió tu preparación previa?
Tuve el honor de ser invitado a formar parte de “Seniors at the Summit” un año antes de partir a Nepal. La preparación fue muy completa. Mantenerse activo subiendo cerros es fundamental, pero muchas veces el tiempo escasea por lo que logré armar un plan de entrenamiento a base de gimnasio, bicicleta y cerros cada cierto tiempo. Durante el verano tuvimos algunas salidas con el equipo completo; Rodrigo, Kiko, Misael, Gabriel, Bristoldo, Nicolás y Sebastián.
La experiencia de montañas como el Aconcagua o el Denali, cerros que subimos el 2013 y 2014, ayudó también desde el punto de vista de la altura y la exigencia física. El cuerpo se va acostumbrando a estas experiencias duras.
2.- ¿Cómo fue tu experiencia con el equipo? ¿Cuánto tiempo duró la travesía? ¿Cómo funciona el liderazgo en las alturas?
Aprendí de cada uno los miembros del equipo, en ese sentido creo que logramos armar una gran convivencia durante los 2 meses que estuvimos arriba.
Rodrigo y Kiko, líderes de la expedición, son expertos de la montaña y por lo mismo muy conocedores de este hábitat. Tienen bastante experiencia no sólo en ésta, sino que en otras cumbres altas en los Himalayas y alrededor del mundo, lo que generó gran confianza por parte de todo el equipo desde un comienzo. Vivir, trabajar y aprender de ellos fue un gran privilegio, son profesionales líderes en lo que hacen: conocen las rutas, se adelantan al clima, definen la estrategia de ascenso y van tomando las decisiones que inciden en el éxito o fracaso de la expedición.
3.- ¿Cuál fue la mayor enseñanza en esta experiencia? ¿Puedes aplicar este aprendizaje a otras situaciones en tu vida?
Quede muy sorprendido de la cultura sherpa. Son personas que disfrutan el ahora. Tuvimos la suerte de compartir con ellos desde el inicio de la expedición, dormíamos en sus casas, de una arquitectura básica pero muy eficiente, comíamos y compartimos con sus familias, nos adentramos profundamente en su mundo. Es un pueblo ejemplar tanto en lo terrenal como en lo religioso: están en un constante estado de iluminación elevándose por encima de lo material. Ejemplo de esto fue la “Puja”, ceremonia que realizamos junto a un monje budista a los pies de la montaña, en donde le pedimos a Chomolungma, Diosa madre del universo, que nos proteja durante el ascenso.
“Carpe diem” resume como aplicar este aprendizaje a la vida cotidiana después de una experiencia como esta.
4.- ¿Cuál fue la mayor dificultad de este desafío y en qué punto del trayecto te encontrabas? ¿Tuviste miedo en algún momento?
Para mi, la mayor dificultad fue la altura. Sobre los 8.000mts se denomina la llamada zona de la muerte, en donde la vida humana ya no es factible debido a la baja presión atmosférica que hace que al sistema respiratorio le cueste más funcionar y capturar oxígeno. Esto genera mal de altura y eventualmente edema cerebral o pulmonar. Tuvimos un proceso de aclimatación previo de varias semanas, lo que nos ayudo mucho sobre el campamento base.
En ese tramo, más que tener miedo, sientes muy presente el significado de la muerte. Lo habíamos vivido unas semanas atrás al descubrir el cuerpo de Víctor Hugo a los pies del collado norte. Como montañistas entendemos y aceptamos los riesgos que una expedición como esta implica, lo relevante es ir definiendo estrategias que minimizan esta variable.
5.- ¿Cómo te sentiste al llegar a la cima?
El día de cumbre es un día largo y extenuante, un ascenso de 10 horas el cual empezamos a las 12:00pm a temperaturas muy bajas y sintiendo la falta de oxigeno en cada paso. Una vez en la cumbre se aprecia el gran cordón de los Himalayas en todo su esplendor, uno de los paisajes montañosos mas espectaculares del planeta.
A las 10:00am del Lunes 23 de mayo llegamos a la cumbre junto a Rodrigo. Todo pasa muy rápido. El día estaba despejado pero rápidamente empezamos a sentir frio, por lo que sacamos algunas fotos, llamamos a Sebastián por radio y empezamos el descenso. En la bajada es donde se producen la mayor parte de los accidentes por lo que vas muy concentrado de no cometer errores, fijando tu mirada en cada paso.
6.- ¿Volverías a subir el Everest? De ser así, ¿Hay algo que te gustaría hacer que no pudiste en este viaje?
Fue una experiencia muy dura pero al mismo tiempo una experiencia de vida muy enriquecedora, por lo que claro que me gustaría volver a los Himalayas. Además, una experiencia como esta es una muy buena excusa para viajar, descubrir lugares distintos y mantenerse joven de espíritu. Durante nuestro trekking por el Valle del Khumbu tuvimos la suerte de tener muy de cerca al Ama Dablan, una de la montaña sagradas de los sherpas y quizás las montaña más bella del planeta. Si bien es más técnica y difícil de escalar, me encantaría intentarla en un futuro.
7.- ¿Cómo podrías extrapolar el Everest con la vida real?
Como emprendedor, para mi tienen mucho que ver. Me gusta el ejemplo de George Mallory, visionario montañista inglés que entre 1921 y 1924, y después de haber sobrevivido a la primera guerra mundial, monto 3 expediciones con el objetivo de conquistar la montaña mas alta del mundo. Hasta el día de hoy sigue siendo una incógnita si hizo cumbre, algo que recién después de 30 años (1953) se logro materializar por otra expedición inglesa. Imagínate la cantidad de complicaciones con las que se tuvieron que enfrentar estos pioneros alpinistas. Nosotros seguimos la misma ruta que el descubrió y prácticamente 100 años después sigue siendo un enorme emprendimiento.
Para cualquier proyecto de montaña existen los mismos desafíos; la altura, el frio, la exigencia física y la convivencia del grupo. Valores como la determinación, paciencia, trabajo en equipo y una sana ambición de querer alcanzar sueños ayudan a sobrepasar los problemas y lograr los objetivos de cada expedición. Al igual que en la montaña, en la vida real “hacer cumbre” es en definitiva, tratar de cultivar esos valores que nos permiten avanzar por la vida con la frente en alto y no desfallecer.[:]