septiembre 16, 2019
Señor Director:
Las políticas públicas deben diseñarse e implementarse con cuidado y no a toda carrera, con una mirada de mediano y largo plazo y, por sobre todo, cuidando los consensos que les den legitimidad. Solo así se evita que reformas sean revisadas en breve plazo con contrarreformas, lo que genera incertidumbre e inestabilidad en el marco institucional, afectando negativamente el potencial de crecimiento de largo plazo del país.
En este contexto, llama la atención la sordera de algunos sectores que frente a la advertencia de un gran número de economistas de todas las sensibilidades políticas, alertando respecto de los efectos negativos en el empleo de una reducción de la jornada laboral, se insista en hacer avanzar su trámite legislativo.
Además de los costos directos —fiscales y privados— que una jornada más corta pueda acarrear en el corto plazo, lo importante es que un aumento por “secretaría” del costo de contratación perjudica, precisamente, a quienes los promotores de esta iniciativa quieren proteger, a los trabajadores. En el mediano plazo crecerán menos los salarios, se creará menos empleo o este será más precario, pues aumentará la informalidad. Estos efectos serán más fuertes para los trabajadores de menor capacitación, los más jóvenes y aquellos que pueden más fácilmente sustituirse por máquinas. Nada de esto parece ser oído por quienes promueven una reducción de jornada.
Leonardo Hernández
Esc. Adm. UC y Clapes UC